22/11/10

Internet, los nuevos medios y la "McDonalización del periodismo"

Vivimos en la era de Internet. Nada más cierto. Pero a esta escueta afirmación se le agregan a continuación una inmensidad de definiciones apologéticas que no siempre se condicen con la realidad. O, por lo menos, no automáticamente. ¿Circula la información en la Red con total libertad? ¿Tienen la misma presencia allí los países desarrollados y los que no lo son; Norte y Sur? ¿O los poderosos y los débiles? ¿Rompe Internet con el esquema de desigualdad comunicativa mundial (Primer/Tercer Mundo) que denunciaba el Informe McBride, muy famoso en los ochenta? ¿Hay, además, mayor interacción entre periodistas y ciudadanos? ¿Conserva alguna fuerza eso que estuvo de moda algunos años con la irrupción participativa del hombre de a pie en los medios, eso que se dio en llamar el “nuevo periodismo ciudadano”?

Más allá del innegable hecho potencial de permitir que millones de receptores se conviertan en emisores, algunos ejemplos muestran la complejidad que plantea este nuevo escenario de multiplicación de las voces en el ciberespacio.

Aún dejando de lado las limitaciones básicas como el acceso, que ya plantea un gran problema de desigualdad, la gran pregunta es: ¿qué sucede con los nuevos medios y los contenidos informativos? Hace tan solo unos años que estalló el fenómeno de la “blogósfera”. Cualquiera puede tener un blog. Pero esto no es un sinónimo inmediato de diversificación de voces en un debate. De hecho, como señala Cass Sunstein en su libro República.com, uno de los “defectos” que con mayor frecuencia le atribuyen a los blogs los propios bloggers es el de ser “endogámicos” y autorreferenciales. Por ello Sunstein habla de la imposibilidad de generar consensos desde allí.

Con todo, el español Juan Varela escribió hace tiempo ya que “(l)os blogueros se han erigido en vigilantes del periodismo y los medios”. Los contenidos publicados en un blog pueden llegar a alcanzar alguna importancia mediática, dice. Varela se entusiasma hablando del “Periodismo 3.0”, un “periodismo participativo o ciudadano”, definido por la socialización digital de la información periodística. Sin embargo, lo cierto es que la mayoría de las veces este tipo de información sólo se vuelve relevante para la opinión pública mundial y para sus líderes políticos cuando ganan la atención de los massmedia.

En un estudio titulado muy gancheramente “McDonalización del Periodismo y dependencia de las fuentes en los medios digitales”, los investigadores Guillermo López, Manuel de la Fuente y Francisco Álvarez hacen un seguimiento de tres noticias a través de Internet. Y observaron que, en efecto, las tecnologías digitales multiplican el número de publicaciones. Pero, en cambio, y en línea con Sunstein, los temas no consiguen diversificarse. Para los autores, además, los nuevos medios tienden “a acomodarse en una mera asunción, e incluso reproducción, de las informaciones emanadas desde las agencias y fuentes institucionales”. No sé si comparto una visión tan negativa, pero resulta interesante pensarlo.

Los investigadores hablan de una “McDonalización del periodismo”, pues observan que las pautas de funcionamiento de esta empresa de hamburguesas (eficacia, cantidad y velocidad como sinónimos de calidad, ofrecimiento de productos previsibles, y control) “se corresponden casi exactamente con unos criterios de generación de informaciones en los que prima la velocidad de transmisión de datos sobre su valor cualitativo, donde se confunde la buena información con su abundancia, y donde la estandarización del producto (del producto informativo, en este caso) depende cada vez en mayor medida de la fuente de las informaciones, es decir, de las agencias”.

Tampoco los distintos países aparecen en Internet en igualdad de condiciones. Ethan Zuckerman, de la Universidad de Harvard, ha observado hace tiempo, mediante programas de rastreo informático, que tanto las cabeceras ya conocidas como los nuevos medios prestan aún mayor atención a los países de mayor PBI y, concretamente, omiten toda referencia a los estados africanos.

Africaonline, para citar un ejemplo, el portal que hace unos años ofrecía noticias locales y vínculos de enorme interés con medios de comunicación africanos, ya ha desaparecido como tal. Las cifras del servicio Newsmap, que refleja cada día en un mapa las zonas del planeta según las noticias publicadas en Google, son también contundentes: los países protagonistas de la actualidad continúan siendo los mismos que fuera de la Red.

De modo que festejar la aparición de un “nuevo periodismo participativo” suena un poco naif. Así como concluir categóricamente que Internet democratizó las comunicaciones y las relaciones tanto entre países como entre personas, sería tan imprudente como decir que no lo hace, pues hay tantas pruebas a favor como en contra de ello.

En estos tiempos de vértigo informativo, y de “periodismo pragmático”, creo que se trata de ir aprendiendo a separar la paja del trigo. Pues ciertamente conviven, en el escenario digital, una multitud de formas comunicativas ajenas a los flujos de producción de las grandes empresas periodísticas tradicionales.

La pregunta entonces es, como concluyen López, De la Fuente y Álvarez, “en qué medida estos nuevos medios, enormemente dispersos y por lo general poco visibles para el gran público, pueden constituirse en alternativa viable de los medios de comunicación ‘tradicionales’”. O cómo aprovechar la oportunidad para generar voces alternativas y escapar, en palabras de Chomsky, de la “manufactura del consenso democrático” de los grandes medios.

Se trata, por tanto, de no descuidar los horizontes que se abren de la mano de Internet y de la sociedad del conocimiento, sin por ello caer en las lecturas ingenuas o apologéticas propias de todo nuevo contexto tecnológico.

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