4/11/10

El Estado K y el modelo sojero, o el lobo cuidando a las ovejas


Hace un tiempo me reenviaron esta nota publicada por el matutino oficial Página/12, diciendomé: "Leéla, está buena".

La nota de marras forma parte de un interesante intercambio de cartas abiertas que tuvieron el escritor Mempo Giardinelli y el empresario sojero Gustavo Grobocopatel (“el rey de la soja”) en cuanto al modelo sojero y a la “responsabilidad empresarial”.
Grosso modo, el escritor dice: "che, loco, Grobo -somos los dos del interior-, no quieras ganar tanta plata destruyendo la naturaleza y llenando de cáncer a la gente o dejándola sin trabajo. Pará un poquito con tu avaricia".

En esta oportunidad no quiero adentrarme en las respuestas del sojero. Muy interesantes e inteligentes, por cierto.

Leí la nota porque quiero y respeto a la persona que me la recomendó. Porque, si no, no hubiera leído otra nota del Mempo Giardinelli. Porque hace tiempo que ya no leo al Mempo.

Y quiero hablar en primera persona. Quiero hablarle al Mempo. Es así: Ya no te leo, Mempo. Aunque seas un "intelectual". ¿Te acordás, Mempo, cuando en los noventa pedías la vuelta del Estado?¿Te acordás, Mempo, cuando en los noventa pedías intervención y control del Estado? Se te olvidó el Estado, Mempo, en tu carta. ¿No era que el Estado había vuelto, Mempo? ¿Y los controles? ¿No era que se había terminado el neoliberalismo? Mempo, Mempo...

¿Cómo era la frase de Lenin? "El capitalista te vende hasta la soga con la que lo vas a ahorcar". El amigo Mempo ahora le pide al capitalista que no quiera maximizar taaaanto la ganancia, que no sea taaaan capitalista...

¡Eso mismo! ¿Corresponde al capitalista individual -por más que sea el más poderoso en el rubro (soja)- diseñar e implantar una agroindustria sustentable? Inconcebible. ¡Se lo comen crudo los demás!
La "carta abierta" del Mempo es voluntarista, efectista y, en fin, ridícula.

Luego escuché por radio a la socióloga experta en temas rurales Norma Giarraca, debatiendo en el programa de Victor Hugo Morales con el presidente de la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), Gaston Fernández Palma. Precisamente lo expuesto arriba fue el mayor argumento del "médico sojero": "Yo hablo técnicamente, no me endilgue a mí la política (o falta de política) agropecuaria que es materia del Estado".

Tanto y tan obscenamente se escudó el Sr. Soja en la neutralidad científico-técnica, que hasta ViKtor Hugo se dio cuenta y le preguntó: "Pero entonces lo que acá hay es una gran ausencia del Estaaaaado...". Así es -¡querido!-, incluyendo los últimos siete años de "vuelta del Estado", de "Estado presente". O sea...

Siete años de gobierno y una política agropecuaria cuasi nula, que concibe al "campo" como una entelequia monocorde, sin diferenciar entre grandes terratenientes, "chacareros", pequeños productores en distintas áreas: todos son, simplemente, "oligarcas". Otra vez, el clivaje político peronismo - antiperonismo (ver mi post "El clivaje político, ¿la peor herencia K?") o, lo que es lo mismo: pueblo (peronismo) - antipueblo (oligarquía), como si esa oligarquía de mediados de siglo XX siguiera existiendo. Falso. Muchos pequeños y medianos productores ("oligarcas", para el kirchnerismo) se enfrentan desde hace tiempo al peligro de extinción, justamente por la ausencia de políticas e incentivos que diversifiquen la producción. Manda la reina soja. Y los pooles sojeros, claro, que son los que fijan la (falta de) política agropecuaria. Y las retenciones (impuesto no coparticipable). Pero los pequeños productores desaparecen. Y, claro, los precios suben. De todos modos, obsérvese el detalle: mientras el Estado cacarea al unísono contra la "oligarquía", otra ventanilla del mismo Estado hace negocios con la extracción minera, que no tiene retenciones, y casi no deja regalías. Es, con todo, la otra forma de destruir el medioambiente. Lindo combo: destrucción de la montaña e intoxicación con cianuro, y destrucción del suelo fértil e intoxicación con glifosato. Todo sea por el "yuyito", y los "verdes" que trae el "viento de cola".

En los noventa, la minería todavía no era tan intensa, el petróleo estaba todavía en manos del Estado, y por eso el rubro privado que generaba más ganancia era servicios, recién privatizados. Pero, en uno u otro caso, siempre encontramos al Estado nacional (quiéraselo presente o ausente) erigiendo cuidadosamente una arquitectura legal para correrse del centro de la escena y dejar al lobo solito, de noche, en el gallinero.

Porque, en definitiva, lo que expresaba con tosca soberbia ante Víktor Hugo el "médico sojero" de AAPRESID era eso: ¿cómo le van a pedir al lobo que cuide a las ovejas?

¿Cómo le vas a pedir al lobo que cuide a las ovejas, Mempo?

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